Colón pontevedrés y el pirata Benito Soto
Digo, y quienes han estado allí saben bien lo que digo, que Pontevedra es la capital de provincia española con un casco histórico más sorprendente. Sus pazos, sus iglesias, sus calles..., pero sobre todo sus plazas son un prodigio de vida, de sosiego y de buen gusto. Casi como pequeñas salas de estar donde los pontevedreses, siempre al hilo de un clima sin duda más benéfico que el de la mayor parte de Galicia, se reúnen para charlar, para tomar un alvariño o una cerveza o, simplemente, para ver pasar las horas en la ciudad que hizo escritor a Valle-Inclán. Descubrimiento de rincones llenos de magia, especialmente al caer la noche (esa noche gallega tan especial y tan cargada de misterio sobre todo para las gentes de Castilla), y charla encendida con amigos que aman esta ciudad casi como a sí mismos, y que la tienen, además, como un tesoro propio; un tesoro que sólo cobra sentido cuando se puede compartir con los demás.
Cena inolvidable con Borja Vence, director del hotel Avenida y emprendedor de la hostelería pontevedresa, y copas hasta altas horas de la noche en esta ciudad espléndida con otros dos anfitriones de primera: Ramón Pedras, más conocido como Petete, y Rodrigo Cota, más conocido como el autor de un libro que ha vuelto a poner en candelero, y de qué manera, la tesis de que Colón nació en Pontevedra, una teoría fuertemente arraigada (ahí están los trabajos anteriores de García de la Riega y Philippot) en una tierra secular de marinos ilustres, como don Casto Méndez Núñez, el héroe del Callao. Si Rodrigo, con una prosa ágil y un método de investigación implacable, pone sobre la palestra en Colón, Pontevedra, Caminha su teoría, profusamente documentada, de que el presunto marino genovés fue, en realidad, el noble pontevedrés don Pedro Álvarez de Sotomayor, más conocido como Pedro Madruga, vizconde de Tui, conde de Caminha e hijo ilegítimo de don Fernán Yáñez de Sotomayor, Petete, con su verbo cálido y florido, acaba de publicar un magnífico cuento ilustrado para niños titulado Benito Soto, el último pirata, donde nos cuenta la historia de este célebre corsario que murió a los 25 años después de ser considerado, a principios del siglo XIX, como el terror del Atlántico y el azote mayor de los ingleses, un personaje que algunos relacionan con la célebre Canción del pirata de Espronceda...
Hay mucho que aprender del sentido de la vida de estos amigos pontevedreses. Mucho que leer en sus libros y mucho que descubrir en una ciudad que no tiene, ni muchísimo menos, la fama que se merece. Os invito a acercaros en cualquier momento del año, pero muy especialmente esta primavera. Ya me diréis si no es una sorpresa.
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